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La abstracción en escultura persigue los mismos fines que en la pintura, aunque difícilmente pueden reconocerse lo mismos estilos.
Entre la escultura no figurativa destacan Georges Vantongerloo, que intenta la codificación matemática de los volúmenes: Relación de volúmenes, y Theo vanDoesburg: Monumento a Leenvardem, ambos pertenecientes al grupo Der Stijl. Antoine Pevsner (1884–1965) es el escultor más representativo: Proyección en el espacio, Construcción cinética, Visión Espectral, Naum Gabo: Cabeza de mujer, Celuloide y metal, Eduardo Chillida, con sus esculturas monumentales: El peine de los vientos, El elogio al horizonte, Tres hierros y Julio González.
A lo largo del siglo XX ha habido muchos artistas plásticos que han pasado por la abstracción. La escultura abstracta persigue los mismos fines que la pintura abstracta. Hans (Jean) Arp, pintor y escultor francoalemán es uno de los máximos exponentes de este tipo de escultura. Arp aplicaba las formas de sus pinturas en un arte de tres dimensiones, desarrollando una iconografía de formas orgánicas conocida como escultura biomórfica, en la que se trata de representar lo orgánico como principio formativo de la realidad.
Otro de los escultores que se fija en la abstracción es Naum Gabo Pevsner, con obras como “Columna desarrollada” o “La columna de la paz”, dónde cuatro ángeles desean materializar el espacio. El artista español Eduardo Chillida fue otro de ellos. Representante de la abstracción plena, Chillida abandonó sus estudios de arquitectura para esculpir bloques enormes de hierro en los que parece haber representado el punto de unión entre la arquitectura y la escultura.


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